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Palabras de la Presidenta, Rafaela Romero

 

Declaración de Rafaela Romero

 

Diputado General, diputados y diputadas forales, junteros y junteras, autoridades policiales y judiciales, representantes institucionales, y con especial cariño, queridas víctimas, buenos días y bienvenidos nuevamente a esta vuestra casa, las Juntas Generales de Gipuzkoa.

 

En primer lugar, quiero, en nombre de la Mesa de este Parlamento Foral y de toda la cámara, grupos junteros y personal, mostrar la enorme satisfacción que nos produce continuar con el trabajo iniciado en esta legislatura, de contribuir -desde la realidad institucional y la representación política de Euskadi - a construir el monumento de memoria pública colectiva que merecen todas las víctimas del terrorismo.

 

Asimismo, nos complace verdaderamente con este acto posibilitar - desde la cercanía y el cariño sincero - que estos damnificados del terror y la violencia tengan en el espacio público vasco un lugar de participación y testimonio, un foro institucional y político de narración de las terribles historias de violaciones de los derechos humanos que se han sucedido desde hace más de treinta años en nuestra querida tierra y fuera de ella.

 

"En la medida en que realmente pueda llegarse a "superar" el pasado, esa superación consistiría, siempre, en narrar lo que sucedió". La politóloga alemana Hanna Harent sabía de lo que hablaba, y aún violentada y con el alma desgarrada por los horrores del holocausto, pronunció con verdad hiriente la frase que acabo de relatar. Porque el futuro de una sociedad y el porvenir de un país jamás pueden construirse sobre el olvido del sufrimiento injusto de su ciudadanía, sino que el recuerdo de los que sufrieron la violencia tiene la agudeza y acierto de erigirlo de manera más sólida, más plural y sobre todo más justa.

 

Queremos unos actos de memoria que vayan más allá del simple reconocimiento y para eso es imprescindible que esa evocación y recuerdo de las víctimas, amigos y amigas, tenga como premisa previa la consideración de que el terrorismo provocó con su crimen una destrucción de vuestra alma cívica y de vuestro carácter de ciudadanos y ciudadanas libres plenos de derechos y libertades.

 

Ser víctima del terrorismo significa haber sufrido la vulneración de la ciudadanía.

 

Si esto es así, la sociedad a la que pertenecéis, destinataria última de la violencia, debe corresponderos atendiendo vuestro dolor privado, acompañándolo y sirviéndoos con el suave abrazo que el respeto y la consideración pública ofrecen.

 

Si esto es así, la comunidad de hombres y mujeres que conformamos está obligada a defender y cultivar el derecho a la memoria y el derecho al respeto en vuestro recuerdo; pero también debe de asistiros en la reivindicación y defensa de la plenitud de la ciudadanía que visteis vulnerada.

 

La política y las instituciones tenemos la mayor responsabilidad, ineludible e inevitable, en llevar a cabo esos deberes que acabo de relatar para con las víctimas del terrorismo; y no sólo eso, sino que además estamos obligados a poner los mimbres y construir los pilares para que en la sociedad de los días venideros la agresión que sufristeis forme parte de nuestra historia como país y nos sirva para ser mejores, ciudadanos más tolerantes y sobre todo más libres.

 

Las Juntas Generales de Gipuzkoa se encuentran en esa labor de asistencia moral y reconocimiento público y político de los que sufrieron la violencia terrorista y contribuyeron así a hacer más fuerte nuestra democracia y más sólido nuestro estado de derecho. En lo que se empeñan aún desde la pena y el dolor inmenso que la barbarie terrorista produce.

 

Hoy nos ocupamos en este abierto espacio público del Parlamento Foral - sede de la palabra y la no violencia y representante idóneo de los valores del diálogo, el debate y el encuentro entre diferentes - de realizar un acto de memoria para intentar conocer y recordar la dimensión privada que el dolor de las víctimas tiene.

 

Hay un antes y un después del acto terrorista en la vida de los ciudadanos y ciudadanas víctimas del terrorismo.

 

Un antes en que la vida de la víctima se sobrelleva con la normalidad "anormal" que tiene el ambiente afectado de miedo y falta de libertad existente en la convivencia de cualquier sociedad democrática amenazada por la violencia terrorista.

 

Un después en que el acto terrorista rompe en mil pedazos la vida de la persona, de su familia, de sus amigos, de sus vecinos, de todo su universo íntimo.

 

Un después en el que se sufre el tormento de un dolor implacable por la pérdida de un ser querido.

 

Un después en que se siente el desconsuelo de los daños que nos han causado.

 

Un después en que se sobrevive con el calvario de ser perseguido, acosado y amenazado día tras día para que claudiques o para que te arrodilles al dictado totalitario de la violencia.

 

Un después en el que padece la angustia de tener que huir de tu país y de tu vida por el acoso del terrorismo.

 

Un después en el que no se entiende el porqué os sucedió. ¿Por qué pasó? Por nada, eso es lo más lacerante y desolador, que la violencia nunca estará justificada y que el dolor de las víctimas acaba siendo más desgarrador por su sinrazón y gratuidad. La falta de explicación y la inexistencia de razones para la violencia provoca un desconsuelo tan grande que sólo vosotros y vosotras, víctimas, seríais capaces de explicarnos.

 

Un después también, a pesar de todo, en que se vislumbra una esperanza y una actitud vital de las víctimas de contribuir con su experiencia de superación a los valores de la no violencia, de la libertad, de la paz y de la justicia.

 

Hoy queremos que habléis en este espacio solemne de vuestro testimonio. El antes y el después de ese o esos días en que la barbarie de la violencia os asoló y destrozó vuestra vida construida costosa y amorosamente hasta entonces. Hoy queremos crecer con vosotros y enriquecernos de vuestras experiencias vitales que hacen historia y muestran ejemplo de cómo aprender a convivir con la tragedia de la sinrazón y aún y todo sonreír dando ejemplo de coraje cívico y de alma libre de odios.

 

Hoy os escuchamos. Hoy también esta es vuestra tribuna.

 

Rafaela Romero

Presidenta de las Juntas Generales de Gipuzkoa

Parlamento Foral de Gipuzkoa, Donostia-San Sebastián, a 1 de Abril de 2.009.

 

 


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