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Discurso de la Presidenta de Juntas Generales en la Sesión Plenaria Itinerante

 

OÑATI, Pleno Solemne e Itinerante, 02-07-2017

 

Representantes del pueblo de Oñati,

Diputado general, diputados-diputadas y junteras-junteros,

 

Buenos días y bienvenidos, especialmente el alcalde y concejales así como los y las oñatiarras presentes, al Pleno Itinerante de las Juntas Generales de Gipuzkoa, que este año corresponde realizarlo en Oñati.

 

Para dar inicio a la Sesión, tiene la palabra el señor alcalde, Mikel Biain.

 

............

 

Gracias, señor alcalde.

 

Este 2 de julio, domingo, las Juntas Generales de Gipuzkoa nos hemos reunido en Oñati por cuarta vez en la historia. La primera vez fue en 1847, recién incorporada Oñati a Gipuzkoa. Ciertamente, se remonta al pasado ya lejano la costumbre de realizar este Pleno Itinerante, de lo cual era buen conocedor Eli Galdos, hijo de este pueblo, que con ocasión de su elección como diputado general de Gipuzkoa, precisamente un día como hoy en 1991, se refirió al 2 de julio como día elegido por las Juntas para su reunión anual, decisión que adoptaron en 1745, acorde a las necesidades y circunstancias de entonces. Ya en el siglo XIX, se procedió a fijar los 23 municipios donde se vienen reuniendo las Juntas. Era la época de las carlistadas, grabadas en la historia de nuestro pueblo. Justamente, el llamado "Abrazo de Bergara" tiene su origen en el convenio firmado en Oñati. Lo suscribieron en el palacio Lazarraga -aquí mismo, al lado del Ayuntamiento-, el 29 de agosto de 1839. Aquel acuerdo que ponía fin a la primera guerra entre liberales y carlistas fue ratificado dos días más tarde en Bergara con las firmas del general carlista Maroto -que no había estado presente en la rúbrica de Oñati- y del liberal Espartero, que lo sellaron con el "abrazo de Bergara". A este acuerdo de agosto siguió en octubre la decisión de las Cortes españolas que decía "se confirman los Fueros de las Provincias Vascongadas y de Navarra, sin perjuicio de la unidad constitucional de la Monarquía". Cuando las Juntas Generales se reunieron por última vez en 1876, fijaron su siguiente cita en Arrasate pero en Madrid cortaron de raíz el poder secular vasco: las Cortes españolas abolieron los Fueros y anularon las Juntas Generales. La opresión duró 103 años, desde 1876 hasta 1979. Fue entonces cuando esta institución, gracias a la memoria histórica de sus representantes, se reunió -entonces sí- en el Ayuntamiento de Arrasate, tras las elecciones del 79, prolongando y actualizando el fuerte vínculo de las Juntas.

 

Es de destacar que la interrupción de más de un siglo no alejó a las Juntas Generales de la realidad de su pueblo: los cinco partidos que tomaron parte en aquel histórico Pleno, PNV, PSE-PSOE, Euskadiko Ezkerra, Coordinadora Independiente y UCD, adoptaron por unanimidad el acuerdo de "Aprobar el Proyecto de Estatuto de Autonomía elaborado por los Parlamentarios Vascos, e instar del Parlamento y Gobierno Español su inmediata tramitación y puesta en vigor". Presidió aquella Sesión el socialista eibarrés Benigno Bascarán que dijo, primero en euskera y luego en castellano: "Gure askatasuna nahi badugu bilatu, elkartasuna izan behar da bidea... Gure Euskal Herria, gure Euskadi nahi badugu ateratzea bide berrira, behar dugu bakea, lan egin eta elkartu"... "El Estatuto nos tiene que dar el camino de la libertad, el camino de la democracia, el camino de la justicia, rindiendo culto al trabajo y rindiendo culto a la verdad, son los verdaderos valores espirituales de la humanidad". La defensa de la moción en representación de las cinco formaciones le correspondió al juntero jeltzale Jesus Mari Alkain, que comenzó así su intervención: "Desde una óptica estatal muy generalizada, tal avance [la constitución de estas Juntas Generales] puede significar la culminación del proceso democratizador. Pero desde una óptica vasca, no puede considerarse que tal proceso haya entrado en su fase fundamental, mientras las libertades nacionales de nuestro pueblo no hayan tenido el debido reconocimiento y su desarrollo institucional consiguiente. No se habrá restablecido una democracia aceptable, en tanto no se restituyan a Euzkadi sus instituciones de autogobierno, unilateral y violentamente suprimidas en el pasado. No habrá en definitiva, bases para una auténtica reconciliación y normalización de nuestro País y de sus relaciones con las instituciones del Estado, en tanto no se devuelvan nuestras libertades colectivas." Y más adelante: "Cualquier demora en la puesta en vigor de dicho Estatuto, no sólo representará un atentado a la democracia, sino también la prolongación de ese estado de indefensión total en que se encuentra el Pueblo Vasco para resolver los gravísimos problemas que tiene planteados. Detener el proceso del Estatuto por cualquier razón, incluida la noble aspiración de conseguir otro instrumento superior, hoy políticamente inviable, es jugar con la suerte de nuestro Pueblo".

 

Las Juntas Generales no son una Academia sino una institución pública de naturaleza política. Sin embargo, en política es bueno conocer la historia, no para quedarnos anclados en el pasado sino para, volviendo la mirada a ese pasado nuestro, avanzar en el presente y preparar el mañana. Vivimos tiempos en que todo ha de ser inmediatamente, en una dictadura de la velocidad, en un imperio del ahora. Pero, si rompemos con el hilo del pasado, ¿no tenemos el riesgo de hacer otro tanto con el futuro? Tanto las personas como los pueblos somos realidades históricas, también lo son las instituciones. Cada generación está unida a las anteriores, las necesita, y, a la vez, se debe a las siguientes generaciones. En ello consiste, en cierta medida, ser pueblo y nación: coger y tirar de la cuerda que nos han legado las mujeres y hombres que nos han precedido, continuar construyendo y renovando esta casa para todas y todos nosotros, y para quienes nos sucederán, decidiendo libremente y en paz la constitución de nuestro pueblo.

 

Hemos completado la mitad de la legislatura y entraremos en la recta final nada más acabar el siguiente curso político, que se prevé intenso. Estas Juntas Generales han apoyado varias veces el proceso de independencia aprobado por las instituciones de Catalunya y el derecho democrático de Euskadi a decidir sobre su futuro. La Generalitat ha convocado el referéndum sobre la independencia para el primero de octubre; el Gobierno central sigue con el no como respuesta; la Ponencia del Parlamento Vasco retomará en septiembre los debates para elaborar un nuevo estatus político para Euskadi. Estoy convencida de que este Parlamento de Gipuzkoa no será ajeno a los acontecimientos de primer orden que tendrán lugar en el ámbito político propio y cercano.

 

"Pueblo", "libertad", "paz", "democracia", "unión", "justicia"... palabras pronunciadas en las Juntas Generales de Gipuzkoa, cuyo eco nos llega tras casi 40 años, términos de gran actualidad. Son el pálpito de nuestro pueblo, sus sentimientos e ideales, que piden una respuesta política.

 

Como presidenta de las Juntas Generales tengo la firme convicción de que el camino emprendido en Catalunya es legítimo y digno para dar respuesta política a una cuestión, asimismo, política, en paz y democracia. Una auténtica política no es abstracta sino concreta, enraizada en la realidad de cada lugar y alimentada por los ideales del propio pueblo, acordes con su identidad. A veces sucede que la política ofrece un impulso a la historia. Así, ¿qué puede aportar un avance superior a la cultura política y democrática de la Europa del siglo XXI que el hecho de hacer surgir un Estado con el voto libre de los hombres y las mujeres de un pueblo? Los siglos precedentes están plagados de guerras. Aquí sufrimos las carlistadas y la guerra civil; en Europa, guerras dinásticas, revoluciones, dos guerras mundiales y violencia, con el recurso a las armas, muerte y destrucción... y tras todo ello, se redibujaron los mapas con un nuevo reparto de territorios y la formación de Estados... y con una muchedumbre herida tras sangrientas contiendas. En este siglo asistimos a algo absolutamente distinto: queremos levantar la soberanía de un pueblo con un papel en la mano, un voto en lugar de un arma, para decidir el futuro de nuestro pueblo, todos y todas en igualdad y libertad. Es una aportación relevante a la historia de la Unión Europea y a la humanidad, un salto político cualitativo necesario. Aquí hallamos la fuerza de la democracia, la cumbre de la política y la esperanza de los pueblos, como el nuestro, Euskadi.

 

La democracia no es un ejercicio cualquiera. Cuando se ponen en juego temas decisivos, cuestiones de pueblos y nacionales, la mentira y el miedo suelen ser recursos de fuerza y utilizados con fuerza para someter a la gente y dominar a los pueblos. Las pensiones, las ayudas sociales, la expulsión del euro y de la UE... son temas delicados y muy manipulables. Quiero subrayar lo siguiente: si no hay democracia sin libertad, y no la hay; si el miedo y la mentira ahogan la libertad de la gente, y ciertamente la ahogan, esas armas no tienen justificación en democracia. Sobran.

 

Cuando la democracia construye pueblo, sea éste Estado independiente o Estado confederal, etc., la democracia es la ley, es decir, la voluntad libre de los y las ciudadanos de un pueblo. Creo que, en este tercer milenio, es un reto de la Unión Europea idear y abrir caminos para que los pueblos-naciones enmarcados en los Estados europeos puedan satisfacer sus reivindicaciones y llegar a constituirse en Estados. Porque, repito, cuando la democracia construye pueblo, la democracia es la ley, con la fuerza que le otorga el derecho de los pueblos y naciones a ser dueños de sí mismos. Sin violencia. En paz.

 

Una última reflexión: cuando un derecho se cumple no divide al pueblo, al contrario. El derecho de decidir el futuro político-jurídico de un pueblo es de todos y cada uno de nosotros y nosotras, sin excepciones ni imposiciones. El cumplimiento de ese derecho une a la sociedad y vincula a los individuos a un pueblo. Lo contrario, la negación del derecho es factor de división ya que impide su ejercicio a la ciudadanía, generando malestar y una quiebra de la paz. Por tanto, satisfacer el derecho de un pueblo es un imperativo político y democrático, y significa también dar respuesta a las nuevas necesidades a causa de la evolución de la realidad. Las Juntas Generales sabrán también en la nueva coyuntura histórica actuar con responsabilidad y justicia. Es lo que deseo para Gipuzkoa y para Euskadi.

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Estamos finalizando el Pleno. El año que viene nos reuniremos en Zumaia. Os deseo un feliz verano. Ongi izan.

 

 

Oñati, 2 de julio de 2017

 

 


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